Marian Orellana
Esta planta, símbolo del RENACER. La compre para ponerla en un sitio concreto, en un lugar central de mi casa y así poder disfrutarla desde mi rincón favorito. Pero, ¡se moría sin remedio! “Cámbiala de sitio” – me dicen. “Claro, pero si lo hago, ¡no podré verla y tampoco me servirá para animar ese rincón!”. Ahora florece tímidamente en su NUEVO SITIO, allí donde tiene lo más esencial que necesita.
Símbolo para mí, de esta situación, individual y social que estamos viviendo. Llevamos décadas destruyendo nuestro entorno y, buscando un beneficio egoísta, de forma invasiva y sin querer darnos cuenta del precio de nuestros actos. Nos hemos dejado llevar por una perspectiva global, perdiendo nuestros valores más esenciales. El capitalismo y nuestro narcisismo nos han llevado de la mano en todos estos años, perdiéndonos de nosotros, de nuestras necesidades básicas y del cuidado a lo que en realidad nos satisface estas necesidades.
Ahora nos vemos obligados a recluirnos, a escucharnos, y a volver hacia dentro. Nos vemos obligados a cambiar a una perspectiva de más escucha, de más solidaridad, de más cercanía y de más proximidad. Nos vemos obligados a recapacitar sobre la vida que estamos construyendo, sobre los apoyos que tenemos en realidad o sobre los lastres que estamos arrastrando. Nos pone en duda muchas cosas y nos regala claridad en otras muchas, si estamos abiertos a verlo.
Nos enfrentamos a la muerte y nos recordamos vivos. Nos peleamos con las instituciones y nos vemos reflejados en los vecinos. Hacemos duelos, para dar paso a nuevos caminos. Sentimos miedo y apreciamos más que nunca el amor. Nos despedimos de personas importantes y nos reencontramos con otras que dimos por perdidas.
Integrar todo esto no nos está siendo nada fácil. La incertidumbre, la falta de referencias anteriores, el futuro incierto, las situaciones traumáticas, están siendo duras. Pero confío, en que esa vuelta a nuestros valores más esenciales, nos guíen hacia ese NUEVO SITIO, como individuos y como parte de un todo en el mundo. Esa vuelta a lo esencial, como inicio de nuestro nuevo RENACER. Es una oportunidad, si nos lo permitimos, a que aparezcan brotes nuevos en esta primavera única.