ATARDECER

Autodefensa Feminista

Era la enésima vez que escuchaba en la primera sesión con una paciente una historia de violencia. Y se me volvió a remover algo por dentro. ¿Otra vez? ¿Otra más? Y me acordé de todas las pacientes que ya estaba acompañando que escucharían aquella historia, resonarían con ella, abrazarían a Carlota (nombre ficticio), le dirían “no fue tu culpa”, le contarían sus historias, llorarían juntas y sanarían las heridas que el patriarcado y el machismo han generado en lo más profundo de nuestro ser a través de sus violencias. ¡Qué hermoso sería!

Volví de mi fantasía y pensé, ¿por qué no un grupo con todas esas supervivientes? Y la respuesta inmediata a esa pregunta fue “Sí”. Y el siguiente pensamiento fue “María Santana, la persona que puede acompañar ese primer encuentro de mujeres”. Y fue así cómo se gestó ese primer encuentro de mujeres supervivientes de violencia de género que celebramos el 21 de Mayo en Mara Psicología&Arte.

Ocho mujeres valientes, asustadas también pero decididas a compartir y sanar juntas. Llegamos todas nerviosas, con ganas, con miedo. Primeros cruces de miradas, reconocernos en las otras sin conocernos todavía. María como maestra de ceremonias, introdujo el trabajo que haríamos aquella mañana. Y comenzó la magia.

Con palabras o sin ellas, a través de miradas, gestos, lágrimas, el grupo fue meciendo a cada una de las allí presentes para atravesar las heridas, y en la comprensión y compasión de las compañeras poder cicatrizarlas. Rabia. Indignación. Tristeza. Frustración. Un mar de emociones que fuimos surcando en cada propuesta y dinámica. Porque la autodefensa feminista no va solo de aprender a hacer llaves o desarrollar estrategias de protección (que también). Es una toma de conciencia de las violencias, es nombrarlas con la certeza de que no me van a juzgar, es llorar por mis heridas y por las de mis compañeras, es abrazar a mi compañera y decirle “yo te creo”, es permitirnos lanzar ese grito silenciado desde hace tantos años, es sacar la rabia por lo del presente y por lo del pasado. Y es que el patriarcado nos quiere solas, sumisas y calladas. Por eso cada encuentro de mujeres es un acto revolucionario.

Y en este acto revolucionario, ocho mujeres valientes se fueron un poco menos heridas y más sanadas.

Autora: Elena Vicent Valverde

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