Aprobada «La Terapia Gestalt Asistida por perros: Fundamentos y Prácticas».
Tras 10 años de indagaciones teóricas y practicas en torno al trabajo con perras y con perros, mis reflexiones, conclusiones y base de trabajo, ven la luz ahora en forma de una tesina para la Asociación Española de Terapia Gestalt (AETG). Esta herramienta nace de mi propia experiencia con mis perras, y de mi propio proceso terapéutico gestáltico, y por lo tanto esta tesina tiene un corte muy personal además de teórico. Esto me ha obligado a dar un repaso exhaustivo a mis anotaciones de estos años, a revisar mi bibliografía, y también a dar un paso más en mi propio crecimiento.
Siempre me pregunté porque para mi eran tan importantes los animales, y esto tiene que ver con una herida infantil, con unos introyectos familiares, y también con unas proyecciones de ciertos valores. Detrás de las perras y de los perros yo veo amor, apoyo, el concepto de cuidado, calor, vínculo, lealtad… Asuntos que tienen que ver con mi propio carácter y con mis propios aprendizajes, con carencias y con heridas, con necesidades emocionales no cubiertas. Y detrás de estos canes también aparecen asuntos como la responsabilidad, mi sitio en el mundo, la autoridad o el compromiso, con los que me toca pelear y que topa con mi propia biografía.
Hace un poco más de 10 años, al adoptar a Pluma, le di una vuelta a esta cuestión y me dije: “Igual que te pasa a ti todo esto, les pasará a otras personas. Otras personas también cubrirán carencias, intentaran satisfacer necesidades con sus perras, aparecerá en su relación, su carácter y su biografía, y podrían en sesión ver todo esto como lo has visto tú”.
Andaba ya intentando introducirme en el trabajo con perros y con perras desde la Terapia Asistida con Perros, pero no conseguía hacer respetar desde ahí los conceptos más básicos de la Terapia Gestalt. Algo no me encajaba, era demasiado dirigido y controlado. Decidí entonces hacerlo a la inversa: una sesión de terapia Gestalt normal con la presencia de la perra, a ver con su presencia en que cambiaba la sintonía. ¡Y así fue! ¡Y así sigue siendo!
Pluma tenía menos de 2 meses de vida cuando hice la primera sesión. Esto me serviría también para comprobar que tipo de adiestramiento necesitaría. La hice en casa porque era demasiado pequeña y así se sentiría a gusto y tranquila. Evitaría interferencias a la perra. Con personas conocidas para mí pero que ella no conociera. Voluntarias en una nueva aventura.
La perra reaccionaba con cada una de ellas de una forma distinta. Las personas contactaban cada una con su propio tema. ¡Esta era la manera en la que yo quería trabajar! A veces transferenciándose la energía en la que estaban, a veces haciéndose de espejo emocional, a veces contactando con la herida. Fueron unas sesiones lindas, que me hicieron darme cuenta, de que lo más importante iba a ser conseguir que la perra no tuviera un adiestramiento muy estricto, intentar mantener su espontaneidad y su permiso lo más posible, y que su instinto no fuera aplastado por miedo o por adiestramientos castigadores.
Así fue el inicio de la Gestalt Asistida con Perros, con la asistencia de Pluma, con su instinto y su ebullición emocional. No fue una perra fácil, era intensa y movilizadora. Me obligó a saber mucho de canes y a crecer mucho. No pasaron nunca las sesiones desapercibidas y también me obligaba a sostener mucho.
Pluma murió, y me obligó a reinventarme. No estaba aun preparada para adoptar otra perra y decidí hacer las sesiones con los perros y las perras de mis clientes. Aquello me daba una respuesta más. Ellos y ellas traían aprendido aquello que les habían inculcado sus propietarias y sus propietarios, sus limites también, sus miedos, su carácter, su forma de hacer vínculo. Se inició un rico recorrido en un formato distinto, en el que ya no sólo era Pluma la artífice de la herramienta.
Y también llegó el confinamiento y los perros y las perras se colaban por las pantallas y también descubrí que podía ser online.
Todo esto me daba respuestas, e iba llenando un saco vacío de rica información.
Tinta, mi actual compañera, llegó para traerme una nueva perspectiva de trabajo, cargado de ternura, de contacto y de alegría. Lo cual me hacía darme cuenta de que cada perra aporta cosas muy distintas a una sesión. Cada una tiene un estilo, una forma, y un carácter, y esto obliga a la persona que dirige la sesión a adaptar su rol en las sesiones. Si la perra es confrontadora, yo ofreceré el apoyo. Si la perra es apoyadora, yo tendré que confrontar.
Todo esto, es lo que comparto en la tesina, y es lo que aprueba la AETG. Aprueba el método de mi trabajo y la aportación teórica en la que me apoyo. En este escrito hago un repaso histórico-social para entender la importancia de la presencia de los canes en la convivencia con el humano, y el motivo de sus beneficios terapéuticos. Comparto datos prácticos a tener en cuenta en una sesión de terapia con una perra o un perro, así como ejemplos reales. Ofrezco pues, la posibilidad de partir de esta estructura, para seguir profundizando en una potente herramienta, que solo tiene los límites que pongamos nosotras y nosotros.
Espero y deseo que os guste, que os interese y que os anime a la reflexión
Autora: Marian Orellana